La belleza está en el interior.
- Wilmer Ogaz
- 21 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Primero debo comenzar diciendo que 'Beauty and the Beast' es mi película favorita de Disney de todos los tiempos, muy por encima de 'The Little Mermaid' o incluso 'Pocahontas' y es que me cuesta un tanto creer que ya pasaron 26 años desde su estreno, y tan buena es, que fue la primer película animada en obtener una nominación al Oscar a mejor película en 1992.

Pero ¿cómo hacer para que una historia nunca muera? Tienes que seguir contándola una y otra vez, así el momento dura para siempre, y es así que la casa de Mickey Mouse apelando a la nostalgia dirigida por Bill Condon nos regala una versión real y casi idéntica de su predecesora. La historia de Bella —Emma Watson— y el príncipe Adam —Dan Stevens— como la Bestia, respeta el guión del filme animado, presentando a una hermosa joven que se queda recluida en un castillo, en el que vive una temida bestia, a cambio de la libertad de su padre, un inventor de artilugios. Durante su cautiverio, poco a poco descubrirá los sentimiento de esa extraña criatura, surgiendo entre ellos una historia de amor que podría romper el maleficio que asola al castillo y a toda la servidumbre que vive dentro, aunque el tiempo corra en su contra, hasta que el último pétalo de la rosa caiga.

El mayor acierto de este filme vuelve a centrarse en su exquisita música, que reproducen la magia y el encanto de aquellos primeros dibujos animados ahora llenos de vida. Mucho se a dicho alrededor de esta película, que si Watson no canta, que si la animación de la Bestia no empata lo suficiente en el filme y en momentos se nota forzada y rompe con la burbuja, incluso el personaje 'gay' de Lefou, y saben algo, nada de eso le resta fuerza y majestuosidad en la pantalla, de hecho superando las expectativas a generado la nada despreciable cantidad de 350 millones de dólares alrededor del mundo.

Escuchar los primeros acordes para la escena del baile interpretados ahora por Emma Thompson como Mrs. Potts dibujaron una enorme sonrisa que casi me conmueve hasta las lágrimas, la disfruté bastante, y lo mejor de todo es que su mensaje permanece intacto: La belleza está en el interior, y si puedes descifrar eso en la mirada del otro y como recompensa seas correspondido, tómalo y nunca lo sueltes, porque así de mágico e inesperado es el amor.