Frankenstein: una vida sin propósito no es vida.
- Wilmer Ogaz
- hace 3 días
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Después de tantísimas adaptaciones de la novela de Mary Shelley en la pantalla grande por fin el ''Frankenstein'' de Guillermo del Toro cobra vida de la mano de la ene roja, y como era de esperar, el resultado es monstruosamente deslumbrante.
La disección que propone Del Toro incluye un preludio y dos versiones de la historia, las dos últimas son lo bastante profundas para examinar ambas identidades, la del ser humano y la criatura, para que el espectador pueda decidir quién es el verdadero monstruo. Aunque la respuesta es más que obvia, desde una óptica filosófica y religiosa, el debate se dispone en un entorno bellísimo, un gótico hipnótico.
El Dr. Victor Frankenstein interpretado impecablemente por Oscar Isaac, reafirma un poderoso y añejo discurso, la ambición desmedida que tiene el ser humano por desafiar las leyes de la naturaleza, justo en estos tiempos donde todos se sienten superiores y juegan a ser dioses, en su caso, fruto de un niño herido. El problema aquí no es el hecho de actuar, ni la obligación moral al decidir hacerlo, sino la total falta de propósito en su creación. Con la criatura, aunque distinta a sus antecesores no es menos espantosa, y Jacob Elordi demuestra estar a la altura del personaje. Es capaz de transmitirnos su capacidad de observar, pensar, sentir, aprender y al final perdonar. Su sola presencia nos hace preguntarnos qué nos hace realmente humanos, ¿será la apariencia, las emociones, el origen, el cúmulo de todas ellas o de ninguna? Con el corazón hecho pedazos nos demuestra que la vida empieza muchas veces.
Al final no importa a quién defiendas, Victor es un artista y la criatura su bella obra, y el pequeño detalle de que sea hecha a mano, más que darle vida, le confiere un pedazo de su alma.
Nota final. Quizá la chispa de la vida sea el perdón, es un acto simple pero con un impacto profundo en nuestra vida. Y así, el corazón, por roto que esté, seguirá viviendo.



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