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La toxicidad de una madre.

  • Foto del escritor: Wilmer Ogaz
    Wilmer Ogaz
  • 2 jul 2017
  • 2 Min. de lectura


Se dice que solamente una madre sabe lo que es mejor para sus hijos, pero aquí, en esta historia, la premisa no cumple su función, el amor incondicional se ve falsamente truncado.

Las historias del mexicano Michel Franco, como el mismo promete, remueven las entrañas, y es que nadie es indiferente al complejo estilo del director. Recordemos 'Después de Lucía' (2012) que hablaba abiertamente del bullying, ganadora del premio de la sección Un Certain Regard (Una Cierta Mirada) en el Festival de Cannes. Con su tercer largometraje 'Chronic', también se hizo acreedor al Mejor Guión en ese mismo certamen pero tres años después. Hoy Franco lo hace de nuevo y por tercera vez consecutiva conquista al jurado de la Riviera francesa con 'Las hijas de Abril' un proyecto protagonizado por la española Emma Suárez, Ana Valeria Becerril y Joanna Larequi, tres mujeres sumamente distintas, que se enfrentan a sus propios demonios para darse cuenta de lo que realmente están hechas.

Los problemas comienzan cuando Abril (Emma Suárez) llega a Puerto Vallarta con la disposición de ayudarlas acudiendo al llamado expreso de su hija mayor, Clara (Joanna Larequi) una mujer sumida en la doméstica cotidianidad, encargada de una imprenta de monótono y grisáceo existir, y de Valeria (Ana Valeria Becerril) su media hermana, una chica rebelde de 17 años que con su prematuro embarazo tendrá que llevar las riendas de su disipada vida de una vez por todas.


El drama desencadenado por la intempestiva llegada de Abril a la apacible vida de sus hijas, hace preguntarnos hasta qué punto es permisible entrometerse en la vida de un hijo. La historia que comienza lenta al presentarnos a sus personajes, toma fuerza cuando descubrimos la verdadera personalidad controladora de la madre, alejada abismalmente del papel amoroso y entregada a sus retoños, que todavía no se da cuenta que los años de juventud se le fueron, y a pesar de eso, se aferra a vivir un segundo aire a través de la vida de su hija menor, o dicho mejor aún, robándole a los protagonistas de la suya.

La premisa del guión bien pudiera ser tomada para uno de los programas unitarios de Televisa, y aunque casi siempre los filmes de Franco suelen dejarnos con más preguntas que respuestas, tal parece que estamos frente a un cine de autor, con ciertos ingredientes que no todos disfrutarán, pero que retratan una compleja realidad.


La historia de Abril, llevada magníficamente por Suárez, desmitifica de tajo la figura materna, pero se reivindica con la de Valeria, que madura de una forma inconmensurable cuando es despojada de su bendición. Una dramática historia en donde la capacidad de tomar decisiones rápidas y concienzudas, serán clave para esos momentos en los cuales no estás preparado.


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