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Otro día de sol.

  • Foto del escritor: Wilmer Ogaz
    Wilmer Ogaz
  • 26 ene 2017
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 22 jun 2020



La historia de amor que se cuenta cantando y bailando como un delicioso paseo entre las estrellas «La La Land» del estadounidense Damien Chazelle tiene un mensaje que grita por lo alto y es una invitación a ver la magia que todavía existe en el mundo — y en el cine— .


Mia —Emma Stone— es una aspirante a actriz que trabaja como barista en un pequeño café y Sebastian —Ryan Gosling— es un pianista de jazz que desea preservar la magia del género a pesar de tocar en restaurantes sin éxito, que al toparse no pueden hacer otra cosa más que enamorarse. La premisa suena bastante familiar y conforme avanza la película te hace pensar en los finales clásicos: Y vivieron felices para siempre, y es en ese punto donde la realidad pega de golpe, c'est la vie, confirmando la teoría de que puedes amar intensamente a otra persona, pero eso no significa que vayas a estar con ella para siempre.


Los verdaderos amores te impulsan, te animan, crean una mejor versión de ti mismo, toman tus sueños como suyos para que se conviertan en realidad, pero sobre todo te escuchan, no todos lo hacen y si encuentras a alguien así: No lo sueltes. Sé que muchos no van a compartir mi sentimiento, pero si algo aprendí con este disruptivo par, que nos llevan de regreso a lo tradicional, es que para el amor no existen segundas oportunidades.


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