Al compás del miedo.
- Wilmer Ogaz
- 29 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun 2020

'Existen tres tipos de personas: aquellas que se preocupan hasta la muerte, las que trabajan hasta morir y las que se aburren hasta la muerte' sentenciaba Winston Churchill, Primer Ministro británico que desempeñó un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial, para ser más exacto, en el capítulo conocido como la 'Batalla de Dunkerque' que durante diez días de guerra por cielo, mar y tierra, combatieron los más de 400,000 soldados acorralados en la costa francesa, aunque paradójicamente, ninguno pensara en la muerte.
Pareciera que los seres humanos padecemos de amnesia, —y una terrible— tal vez por eso estamos condenados a repetir una y otra vez tantísimas atrocidades en nombre del honor, creencias, quizás para obtener una falsa superioridad o por el simple hecho de decidir quien vive y quien no.

La más reciente entrega de Christopher Nolan, 'Dunkerque' —en inglés 'Dunkirk'—no habla de un triunfo, sino más bien de una derrota haciendo referencia justamente, al episodio de la historia donde el espíritu solidario y patriótico del pueblo británico destaca magistralmente en el rescate de sus tropas vencidas.
La historia comienza dividiendo en tres partes los sucesos: Cielo, mar y tierra —una hora, un día y una semana de diferencia respectivamente.— Tres veteranos pilotos luchando en contra de las aeronaves claramente superiores del Führer Nazi, tres virtuosos civiles —padre, hijo y un adolescente amigo de ambos— que en su velero rescatan a un puñado de soldados aliados y tres soldados tratando de sobrevivir en la playa.

Cualquiera pensaría que al tratarse de una historia bélica la sangre sería la protagonista, pero ésta brilla por su ausencia, y vaya que no hace falta porque gracias a la música de Hans Zimmer que empata a la perfección con cada paso del enemigo, podemos sentir el miedo y la paranoia de los soldados, como ciervos acechados por su cazador.
La propuesta de Nolan carece de diálogos innecesarios, las actuaciones de Tom Hardy, Cillian Murphy, Mark Rylance, Kenneth Branagh, Fionn Whitehead y hasta la del ex directioner, Harry Styles bailan exactas al compás de un metrónomo, en donde el pulso se enriquece de las panorámicas postales grabadas con rollos IMAX, acompañadas de un excelso tino en su parte musical —compuesta por un alemán que quizás quiere abrir viejas heridas.—

Churchill, denominó la operación: 'Un coloso desastre militar en el que el corazón y el cerebro del ejército británico quedó aislado y a punto de perecer o ser capturado'. Pero tras la exitosa evacuación, le dio la vuelta a sus palabras y dijo que había sido un verdadero milagro, el milagro de Dunkerque.

Ya lo decía el destacado líder: 'El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.' Un pasaje efímero grabado en la memoria de la humanidad, un conflicto que más que bélico parece ser un manual de supervivencia, donde soldados y civiles juegan un papel decisivo a la hora de girar el timón.