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Ayer maravilla fui: Hasta que te enamores de ti.

Foto del escritor: Wilmer OgazWilmer Ogaz

Actualizado: 22 jun 2020

Se puede sucumbir ante las trivialidades del mundo moderno.

O puedes advertirlas, y dejar que sigan su incontrolable camino.

El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) ofrece más de veinte producciones premiadas, entre largometrajes, cortos y documentales, en la modalidad ‘’FICM Presenta’’ que reúne al cine nacional totalmente gratis en línea, a través de su página oficial para disfrutar del confinamiento en la comodidad de la casa.


Una de las cintas que se exhibe, ganadora a mejor largometraje mexicano del FICM 2017 titulada: «Ayer maravilla fui» de Gabriel Mariño Garza, propone un ejercicio bastante conveniente ahora que la vida parece haber detenido su curso, o al menos el bullicio de las grandes metrópolis ha callado por un instante, aunque incierto.

¿De qué va? Es la historia de un alma vieja que vive en la CDMX y habita primero el cuerpo cansado de Emilio, luego la firme y sensual anatomía de Ana, para después tomar la forma de Pedro, un incauto chavalillo. Sin poder controlar estos cambios del destino, el reto de todos los días consistirá en hacerle saber a Luisa que la ama profundamente.

Filmada en blanco y negro, la atmósfera magnífica los detalles, y minimiza los errores. No del filme, sino de la despreocupada vida del alma que viaja de cuerpo en cuerpo. El análisis que propone Mariño se encamina hacia una sola dirección, su protagonista parece tener claro su objetivo: Luisa.


Encontrarle sentido a la vida puede ser una tarea compleja que puede durar años, y sin embargo, muchas veces, no encontraríamos respuesta a esas preguntas que tanto taladran nuestra mente. En ellas se van diluyendo el tiempo, las horas, los días, los meses, los años. Tiempo, tiempo, tiempo. Ahora nos sobra ¿no? Y renegamos de la vida que tenemos, pero ¿qué pasaría si el destino nos regalara otras vidas en otros cuerpos?, ¿estaríamos conformes ya? Quizá ahora renegaríamos de que el tiempo concedido fue bastante corto y no pudimos completar nuestra misión.

Para eso existen los recuerdos, no se extinguen en la memoria del alma, y te mantienen vivo cuando crees que todo terminó. Sentimientos cargados de nostalgia, ese revoltijo entre dolor y felicidad que muchas veces sabe dulce, pero hasta el atracón de néctar es veneno si se toma en demasía. Al final de la historia, y para no revelar el desenlace, es un claro revés, y confirma lo que decía Erich Fromm: El sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo.


Puedes disfrutarla en el siguiente enlace: https://bit.ly/FICM-17-AMF



 
 
 

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