
Siempre se agradece una película cuando es ligera, fresca y traviesa, y si además se sostiene de un magnífico ensamble actoral, chistes bobos, pero sumamente efectivos fáciles de recordar, y voluntades de mejora, es doblemente bienvenida.
Dando el salto de la tira cómica a la pantalla grande llega «Cindy la Regia» el personaje más emblemático creado por el escritor y monero Ricardo Cucamonga bajo la dirección de Catalina Aguilar Mastretta con Santiago Limón, y la pluma de María Hinojos para hacer de la fresa más cool de México su entrada por la puerta grande.

Pero, y a todo esto ¿quién es Cindy? Es la niña más fresa de Monterrey, pero no te confundas, de San Pedro Garza García, una auténtica sampetrina. La niña bien, vive despreocupada entre lujos, fiestas y shopping en McAllen. Es ácida y muy directa —al menos en el cómic— y sueña con el día en que conozca a su príncipe azul para casarse y formar una familia bien. Bajo esa premisa, la cinta recoge el momento cuando su novio Pepe le pide matrimonio en su fiesta de cumpleaños frente a todos sus amigos. Cindy —una estupenda Cassandra Sánchez Navarro— en un ataque de pánico sale huyendo a la Ciudad de México, para descubrirse a sí misma y reencontrarse con sus familiares perdidos.
Podrá decirse que el discurso tratado en «Cindy la Regia» es desgastado y es una fórmula probada una y otra vez en el cine mexicano —bastaría mencionar a «Nosotros los Nobles» de Gaz Alazraki— sin embargo aquí, el fondo y una peculiar subtrama es lo que destaca. En su huida, Cindy se refugia en la casa de su su prima Angie —la veterana Regina Blandón— quien lleva una vida aparentemente feliz al lado de su novia Rox —interpretada por Nicolasa Ortíz Monasterio— una empleada de día y deejay de noche, salvo que una parte de su felicidad está todavía encerrada en el clóset.

¡ALERTA, spoiler!
La impertinencia de Cindy en su afán por ser todavía más cool, la hacen subir una foto de Angie y Rox besándose mientras bailaban en una noche de juerga con la etiqueta de love is love. La ingenua acción pone todo al revés en la vida de su prima. Pero es justo aquí donde la princess saca fuerzas y arma todo un plan exprés para enmendar su error, y dicho sea de paso, aprender una valiosa lección.
A Cindy no hay que verle las arrugas, o tratar de examinar si es una chilanga, en la más despectiva de sus acepciones, en la piel de una regia, en todo caso es mejor mirarla como un espejo, con una imagen cero distorsionada pero de nuestra propia realidad y complejos.

El reparto se complementa con la frescura de Diana Bovio, Giuseppe Gamba, Roberto Quijano, y la gallarda presencia de Isela Vega como la abuela consejera. También con un guiño a Miranda Priestly encarnándose a sí misma, Martha Debayle hace gala de su imponente presencia con mesurados diálogos que se agradecen.
En definitiva, la industria del cine mexicano está pasando por momentos de autocrítica y transformación ganando nuevos adeptos y, por ende, cientos de haters. Las cosas por su nombre «Cindy la Regia» reivindica el estigma de las insufribles comedias románticas que hemos padecido durante años, dejando bien claro que se puede ser libre sin sacrificar los sueños, ambiciones y por supuesto el amor, cuando te eliges.

Una nota final.
Las enseñanzas que cada uno recoja son responsabilidad del espectador, aunque existe un dicho coloquial que dice: Lo que te choca, te checa. Cindy nunca pasa desapercibida, es su cometido, y eso no es tendencia, sino una regla intrínseca en las buenas historias.
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