
Tu juegas a quererme, yo juego a que te creas que te quiero. Buscando una coartada, me das una pasión que yo no espero. Y no me importa nada. Entona segura y tajante la cantante Luz Casal en un exitoso tema de final de los ochentas que se adentra en las profundidades de las relaciones tóxicas, esas que se toman de forma inmediata sin estar 100% seguros, pero se espera sirvan de distractor sin invertir demasiado. Y es que la letra de «No me importa nada», escrita por Gloria Varona no tiene relación con el guion de la película «No soy quien crees» —cuyo título original es Celle que vouz croyez— de Safy Nebbou, el mismo director de la película introspectiva «En los bosques de Siberia», pero sus palabras atemporales sirven de referencia para desmenuzar el peligroso juego del amor en cuestión.
¿De qué va? La historia comienza presentándonos a la maestra Claire Millaud —interpretada por Juliette Binoche— una atractiva mujer de 50 años, divorciada y con dos hijos, que divide su tiempo en preparar sus clases de literatura, y en vigorosas sesiones de sexo con Ludo —Guillaume Gouix— un amante mucho menor que ella. Las cosas se complican cuando Ludo tiene que ausentarse unas semanas por motivos de trabajo. El anuncio rompe la precaria relación, hundiendo en la desventura a la maestra. En su desesperación por indagar más sobre su expareja, Claire se inventa un perfil falso en Facebook para obtener información de primera mano. Ludo, que no acepta solicitudes de personas que no conoce, ignora la solicitud. Entonces recuerda que su novio tenía un asistente, y decide acercarse a él para obtener su cometido. Bajo el nombre de Clara, le envía solicitud de amistad a Alex —interpretado por François Civil— y él acepta. Rápidamente los dos se enfrascan en una adictiva relación virtual que no terminará para nada bien.

Los acordes dispuestos en esta dramática melodía francesa resultan básicos y repetitivos, hasta que aparece en la partitura la enigmática presencia de una psicoterapeuta: Catherine —Nicole Garcia— ese inesperado redoble marcará el ritmo de la historia. Tras esas charlas, la doctora asignada recientemente al caso de Claire escarba en algo más que solo una terapia de ayuda, tal parece que algo esconde su paciente. Esas dos mujeres sentadas frente a frente desafiándose y retándose elegantemente, le abren la ventana a los flashbacks para conectar los momentos que la protagonista se niega a compartir.
Nebbou destapa los peligros de jugar con fuego intentando encontrar algo, todo, menos amor, en la era de las redes sociales. Pero es a través de una sexy Juliette Binoche que logra su cometido, pues sostiene con gracia las apariencias y engaños de su personaje Claire Millaud, dicho sea de paso, bien pudiera ser la versión kinky de la Gloria Bell de Sebastián Lelio. Aunque aquí, el miedo a ser ella misma la hacen caer en un espiral de locura, pretensión, obsesión y venganza disfrazada. Pues a Claire no le importa nada.
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