
Un ejercicio infalible para disfrutar del séptimo arte es pensar en cualquier película como un producto único —no importando si es una precuela, secuela, o pertenece a una millonaria trilogía— porque cada director le inyecta un poco del acontecer actual a su obra. Esto sucede con la reciente entrega del icónico «Joker» dirigida por Todd Phillips y protagonizada por un sobresaliente Joaquin Phoenix, curiosamente, dándole vida a un hombre ignorado por la sociedad. Hasta ahora.
Este diamante en bruto construido por Phillips y el guionista Scott Silver, no es nada convencional, se olvida por completo de los rituales absurdos que siguen otras películas del género, y el resultado es una poderosa arma política y social empuñada por un payaso desquiciado en una putrefacta sociedad. Brutal.

En medio de la polémica por obtener el León de Oro, la crudeza de sus elementos y el uso de armas, ha quedado más que claro el porqué de la ovación de 8 minutos en Venecia tras su estreno, la aguda violencia de Gotham City no supera a la desmoronada América. En una palabra: realista.
La exploración que logra Phoenix, es detallista, dramática y seductora a tal grado que cualquier reacción del archienemigo de Batman se encuentra claramente justificada: ‘‘Yo no debería tener una pistola’’, le recuerda a su compañero de oficio cuando este se la ofrece como amuleto defensor. La fantástica proeza del «Joker» de Phillips y Phoenix quedará escrita en la historia del cine como una lúcida pieza que prendió fuego a los prejuicios, calló las bocas antisistemas y encaminó a los luchadores eternos en contra del hartazgo social.

Con 3 risas distintas en 120 minutos que resultan insuficientes para conocer a fondo al gran maestro del crimen, el espléndido trabajo de Joaquin Phoenix por fin le dará el reconocimiento que tanto merece. Y es que se necesita de una gran valentía para meterse bajo esa piel. Está hecho. En medio de tan dolorosa y peligrosa soledad, ¿realmente sucedió todo lo que vimos? o ¿fue producto de la imaginación de Arthur? Todo se reduce a una simple oración: No lo entenderías.
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